El llamado original de Yudy Pineda era servir a Dios cuando ingresó a un convento cuando tenía 10 años y soñaba con convertirse en monja.

Hoy, la madre de dos hijos de 28 años se para frente a una cámara satisfaciendo las fantasías sexuales de extraños en todo el mundo.

La estrella porno nacida en Colombia decidió dejar el convento ocho años después de enamorarse de un hombre que trabajaba en el convento como instructor de catecismo.

Pineda se apresuró a reconocer el cambio de estilo de vida que estaba experimentando la entonces joven de 18 años y se acercó a las hermanas del convento católico con la repentina noticia de que se separaría.

“Hablé con la hermana y le dije que no estaba bien lo que estaba haciendo, que me había enamorado, y salí del convento”, dijo la actriz porno en una entrevista con el medio colombiano Caracol Radio.
Pineda se mudó a Medellín y luego encontró empleo en la empresa Nestlé como vendedora, donde un compañero de trabajo la contactó repetidamente para que probara en el negocio de cámaras web eróticas.

Finalmente lo hizo hace dos años, pero después de seis meses, Pineda se dio por vencida porque las ganancias apenas le permitían mantener un sustento sustentable mientras cuidaba a sus dos hijos.

Pero Pineda decidió darle otra oportunidad al negocio del porno en Internet cuando conoció a un hombre en Medellín que tenía una mejor comprensión de cómo manejar el negocio.
La apuesta dio sus frutos.

La madre soltera ahora gana un poco más de $ 2,500 trabajando 40 horas cada 15 días mientras baila, modela y realiza una variedad de actos sexuales sobre sí misma frente a sus fanáticos.

Sin embargo, no se ha olvidado de sus antiguas raíces que casi la llevaron a convertirse en monja.

Ella asiste a la misa semanal de los domingos y participa en una clase semanal de estudio bíblico los viernes por la noche.

Pero ha rechazado el consejo paternal del único sacerdote al que visita para confesarse diariamente porque sabe que está pecando cada vez que se masturba frente a la cámara.

‘Es una persona que está muy, muy de mi lado y no me juzga. Dice que solo el que me juzga es Dios, no él’, dijo Pineda.

‘La primera vez que me confesé con él, me dijo que no lo volviera a hacer, que cambiara mi vida, y yo le dije: ‘No, no puedo cambiar mi vida, porque para mí esto es un trabajo decente y artístico’.

Se desconoce quién es el padre de sus dos hijos y si se quedó con el catecismo.