La participación en reality shows como El Desafío Caracol es una experiencia compleja, según lo relatado por una exconcursante que compartió su perspectiva sobre cómo funciona este tipo de programas.

En su testimonio, la participante habla con franqueza sobre el enfoque que estos programas tienen en obtener ratings, y cómo esto influye en la manera en que se presentan los eventos y las interacciones entre los concursantes.

Aunque las situaciones que se muestran en pantalla son reales, muchas veces son editadas o manipuladas de tal manera que provocan emociones intensas en la audiencia, todo con el fin de generar mayor polémica y atención.

La concursante admite que no se siente orgullosa de algunas cosas que ocurrieron durante su tiempo en el programa, pero reconoce que, a fin de cuentas, estas producciones están diseñadas para captar la atención de los espectadores. A través de la edición y la presentación de los hechos, se busca generar una narrativa que impulse el interés del público.

Esto, sin embargo, tiene un costo personal para quienes participan, ya que los concursantes no son simplemente personajes de televisión, sino personas de carne y hueso con emociones y sentimientos reales.

Al respecto, la participante reflexiona sobre cómo a menudo se olvida que detrás de lo que se ve en pantalla hay personas reales, lo que puede llevar al público a juzgar sin conocer el contexto completo de lo que sucede.

Un punto importante que la exconcursante destacó fue su experiencia de expulsión del programa, momento en el que no tuvo la oportunidad de despedirse ni de tomarse la típica foto con Andrea Serna, la presentadora.

Aunque esto la dejó con un mal sabor de boca en ese momento, más adelante, durante la grabación de los episodios finales, tuvo la oportunidad de reencontrarse con Andrea y aclarar que no había ningún malentendido personal entre ellas, destacando la profesionalidad de la presentadora y reconociendo que muchas de las decisiones que se tomaron fueron directrices de producción.

La exconcursante también comentó sobre su relación con otros miembros del equipo Alfa, grupo con el que compartió la mayor parte de su tiempo en el programa. Aunque no mantuvo una amistad cercana con ninguno de ellos después de su salida, explicó que no hubo malos términos con ninguno.

De hecho, habló positivamente de algunos de sus compañeros, especialmente de Mapi, con quien sintió una conexión especial debido a experiencias similares que ambas habían vivido en el pasado. Esta relación con Mapi pudo haber evolucionado en una amistad fuera del programa, algo que la concursante consideró como una posibilidad abierta.

Otro tema de interés que la concursante abordó fue si los programas de realidad como El Desafío son guionados o si se les paga más a los participantes por crear más drama. Aunque dejó claro que no existe un guion formal que los participantes deban seguir, sí reconoció que muchas veces las situaciones que se presentan no son completamente orgánicas.

El objetivo es generar polémica y despertar emociones en la audiencia, lo que lleva a que ciertos momentos sean resaltados o editados para lograr ese efecto. En este sentido, explicó que, aunque no se les da un libreto, sí existen indicaciones o pautas sobre cómo actuar o qué decir, con el fin de aumentar el drama y, en consecuencia, el interés del público.

A pesar de estas revelaciones, la exconcursante fue enfática en que no todas las situaciones mostradas en televisión son falsas o completamente fabricadas. Algunas cosas efectivamente suceden, pero son presentadas de una manera que puede descontextualizar lo que realmente ocurrió.

Según ella, las condiciones extremas en las que se encontraban los concursantes, como la falta de comida, el cansancio físico y las personalidades tan diferentes, generaban inevitablemente roces y discusiones, lo que era luego aprovechado por la producción para crear momentos dramáticos en la pantalla.

En resumen, la exconcursante brindó una visión sincera y detallada sobre lo que significa participar en un reality show como El Desafío. Si bien no niega que ciertas situaciones que se muestran en televisión son reales, también admite que hay un nivel de manipulación en la edición y en la manera en que se presentan los hechos.

Finalmente, su testimonio es un recordatorio de que, aunque estos programas están diseñados para entretener y generar polémica, detrás de cada concursante hay una persona real, con emociones y experiencias que no siempre son reflejadas de manera justa en la pantalla.