James Jamerson, quien falleció hace décadas, es ahora reconocido como uno de los bajistas más influyentes de todos los tiempos.

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En 2020, la revista Rolling Stone lo nombró el mejor bajista de la historia, y en el año 2000 fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll como “sideman”. Sin embargo, su fama llegó demasiado tarde.

Durante mucho tiempo fue un músico olvidado, y su trágica historia de vida sigue siendo desconocida para muchos.

Jamerson fue el bajista detrás de algunos de los más grandes éxitos de Motown Records en las décadas de 1960 y 1970.

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Canciones icónicas como “My Girl”, “Bernadette” y “What’s Going On” llevan su inconfundible línea de bajo.

Aunque su contribución fue crucial para estos éxitos, a menudo no fue acreditado, una realidad común para los músicos de sesión en ese momento.

A pesar de tocar en decenas de éxitos, Jamerson nunca alcanzó el nivel de reconocimiento público que merecía.

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Uno de los mayores golpes emocionales para Jamerson fue su exclusión del concierto del 25 aniversario de Motown.

No fue invitado a tocar ni se le permitió el acceso detrás del escenario.

Increíblemente, tuvo que comprar un boleto para sentarse en las gradas y ver desde lejos un evento que celebraba su trabajo.

Además de ser marginado por la industria, Jamerson enfrentó desafíos financieros.

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Según OZY, aunque trabajaba incansablemente para Motown, los músicos de sesión no recibían grandes ingresos, obligándolos a realizar presentaciones adicionales fuera de su trabajo regular para sobrevivir.

A pesar de su amargura y las dificultades que enfrentó, Jamerson es ahora considerado el corazón del sonido Motown, pero su vida terminó prematuramente en 1983, a los 47 años.

Su legado, aunque tardío, sigue creciendo, y su impacto en la música moderna es innegable.

La historia de James Jamerson es un recordatorio de los sacrificios invisibles que muchos artistas hacen y de cómo el reconocimiento, a menudo, llega demasiado tarde.