El problema con Miley Cyrus no es que haya fracasado, sino que es muy confusa.

Un día, ella se sexualiza sin ser realmente sexy,

recogiéndose el pelo en dos moños como los cuernos rechonchos de un demonio bebé y sacando la lengua como un Calvin de dibujos animados haciendo muecas a su tigre de peluche.

A continuación, parece que está cantando Wrecking Ball, una devastadora pieza de pop desamor que se encuentra entre los mejores sencillos del año.

Si está intentando demostrar lo adulta que es con sus actos lascivos, no lo está haciendo muy bien. Al mismo tiempo, la sabiduría convencional sugiere que frotarse los dedos de espuma en lugares donde no deberían ir no ayuda a su credibilidad como cantante de temas serios como Wrecking Ball. Tal vez, como propuso Elton John (quien, como Cyrus, tocó en el festival de música iHeartRadio de este fin de semana en Las Vegas), ella sea una “crisis a punto de ocurrir”. Francamente, es difícil saberlo.

What’s great about Miley Cyrus, though, is that she’s so funny. She has a weird and finely tuned sense of humor, which she displayed Saturday during two performances at the festival, particularly her afternoon set at the Music Festival Village.

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Dressed in a white hot-pants suit with laces that went flying every time she swiveled her hips toward the audience, Cyrus performed We Can’t Stop and Party in the U.S.A. while surrounded by dancers wearing inflatable mushrooms and rainbows, as well as twerking little people. The colorfully absurd stage looked like a cross between a Super Mario Bros. video game and a demented early-’70s children’s television show.

With all Cyrus’ activity the past few weeks — her performance at the MTV Video Music Awards, appearing naked in her Wrecking Ball video, breaking up with Liam Hemsworth — she’s shown an uncanny ability to astonish. But Cyrus could hardly have come up with anything more flat-out flabbergasting Saturday than one of her song choices — Look What They’ve Done to My Song, Ma.

Written by Melanie Safka of Brand New Key fame, Look What They’ve Done to My Song, Ma was a modest hit in 1970 for the New Seekers (and, later, a Quaker Oats jingle). Though it was a fairly familiar song in the ’70s, covered by Ray Charles, country singer Billie Joe Spears and others, it was never a particularly big hit. It’s certainly not the sort of song anyone would expect a 20-year-old like Cyrus to know.

Its lyrics, though, are particularly relevant to someone who finds herself besieged by the media at exactly the time she’s presenting the music she hopes will define her as a young adult artist:

Look what they’ve done to my brain, Ma

Look what they’ve done to my brain

Yeah, they picked it like a chicken bone, and they think I’m half insane, Ma

Look what they’ve done to my brain

Cyrus’ performance was a bizarre, funny pop-culture moment, for sure, but it also showed the singer revealing herself to critics of an older generation by using one of their own songs, a markedly mature move for a young woman who seldom receives the benefit of that doubt.

And then there was Wrecking Ball. Cyrus performed the song in front of a concert audience for the first time Saturday afternoon, and then again that night. The afternoon performance moved her to tears. When she finished singing, she had mascara running down her face.

The weird thing about Wrecking Ball is that all the nuttiness of Cyrus’ public persona doesn’t diminish the song. If anything, the controversy, the bizarre faces, the fear for her mental stability, whatever you want to call it, actually enhances the emotional impact of her performance — the same way country singers often use a cornball novelty to set up a real heartbreaker.

It’s entirely possible that Cyrus’ recent bizarre antics are all a setup. Yes, it’s a way to create attention, but not solely for attention’s sake. Cyrus may have a longer game in mind.

Pensemos en Cyrus como una Andy Kaufman joven y atractiva, y los aspectos confusos de su comportamiento reciente empiezan a tener sentido. A pesar de todos sus otros problemas, el comediante fallecido sabía cómo generar controversia poniendo a la gente en su contra, un principio que aprendió viendo a luchadores profesionales.

Y, en serio, ¿cuánto sorprendería a alguien ver a Cyrus aparecer alguna semana en Monday Night Raw de la WWE? Todo lo que dice después de los VMA sobre estar “desordenada” o “ser una adulta que actúa como una niña” da la sensación de que es una villana cerebral de la lucha libre haciendo promos. Ella se está volviendo “heel”.

¿Por qué demonios haría eso? Cualquier luchador puede decirte que cuanto más te odie la gente por ser un villano, más te amará cuando vuelvas a ser un “face” o un buen tipo. Pensándolo bien, Madonna probablemente también podría decirte un par de cosas sobre eso. Si Cyrus está engañando a sus detractores, al estilo Kaufman, es una broma brillante y bien hecha.

¿No quieres darle crédito a Cyrus por ser tan inteligente? Bien. Tal vez no haya fijado su rumbo conscientemente. Pero recuerda: toda su vida ha tenido el ejemplo y el consejo de un padre que fue un cantante country de un solo éxito y también más inteligente de lo que mucha gente pensaba. Puede que Billy Ray Cyrus no apruebe todas las decisiones creativas que toma, pero está ahí para brindarle orientación y apoyo siempre que lo necesite.

Además, cualquiera que tenga el buen sentido de cortar Wrecking Ball y la capacidad de hacerlo como lo hace Cyrus no puede ser tan estúpido.