El comportamiento de Letizia Ortiz durante la misa funeral de su primo Juan Gómez-Acebo ha generado numerosos comentarios, especialmente por la forma en que interactuó con Felipe VI. En este acto solemne, que tuvo lugar tras su notoria ausencia en el entierro de la mañana, Letizia demostró nuevamente su capacidad para dirigir las situaciones públicas y establecer su propio control sobre la narrativa que se construye alrededor de su matrimonio y su rol en la familia real.

El episodio más destacado de esta misa fue el momento en el que, antes de entrar en la iglesia, Letizia parece haber hecho una advertencia a Felipe. Mientras él estaba dispuesto a seguir adelante y reunirse con su familia, ella lo detuvo, aparentemente para asegurarse de que se tomaran las fotos correspondientes antes de ingresar. Este gesto, aunque sutil, ha sido interpretado por algunos como una prueba más de que Letizia tiene una gran influencia sobre las acciones públicas del rey, al menos en lo que respecta a la forma en que se presentan ante el público y los medios de comunicación.

A lo largo de los años, se ha especulado mucho sobre la relación de Letizia con los primos de Felipe y otros miembros de la familia real. Su asistencia a la misa, después de no haber acudido al entierro por la mañana, ha sido vista por algunos como una táctica para reducir las críticas por su ausencia. De hecho, muchos apuntan a que su decisión de no asistir al entierro generó aún más expectativas sobre si aparecería en la misa de la tarde, lo que finalmente sucedió.

El interés mediático en esta misa fue notablemente alto, no solo por la presencia de Letizia, sino también por la asistencia de los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, quienes llegaron por separado pero se retiraron juntos, un detalle que no pasó desapercibido para la prensa. Este tipo de apariciones conjuntas, aunque limitadas, alimentan las especulaciones sobre la relación entre los miembros de la familia real, especialmente en tiempos en que intentan proyectar una imagen de unidad.

En cuanto a la vestimenta de Letizia, también ha sido objeto de críticas. Aunque lucía un vestido negro, como corresponde en una ocasión funeraria, algunos han señalado que las mangas de su atuendo eran demasiado cortas para el tipo de evento. Este detalle menor ha sido utilizado por algunos comentaristas para reforzar la idea de que Letizia, aunque sigue el protocolo, lo hace a su manera, reflejando su carácter fuerte e independiente dentro de la familia real.

El gesto de detener a Felipe para saludar a la prensa ha sido interpretado como un claro ejemplo de cómo Letizia maneja su imagen pública. A pesar de que el rey parecía más interesado en reunirse rápidamente con sus familiares en el interior de la iglesia, Letizia priorizó el momento fotográfico, consciente de la importancia de esas imágenes en la narrativa pública de su relación y su rol como reina consorte. Este episodio ha reavivado el debate sobre quién lleva realmente las riendas en su matrimonio, un tema recurrente en los medios de comunicación españoles.

La influencia de Letizia sobre Felipe en estos contextos no es algo nuevo. A lo largo de los años, hemos visto múltiples ocasiones en las que parece que es ella quien toma las decisiones clave sobre cómo presentarse públicamente. Este control de la narrativa ha sido interpretado por algunos como una señal de una relación desigual en la que Letizia tiene un papel predominante, especialmente cuando se trata de las apariciones públicas y la interacción con la prensa.

Además, su ausencia en el entierro matutino ha sido un tema de especulación constante. Algunos argumentan que su decisión de no asistir estaba relacionada con las tensiones dentro de la familia real, mientras que otros creen que simplemente no estaba dispuesta a participar en ambos eventos. Sin embargo, su aparición en la misa de la tarde, junto con Felipe, parecía diseñada para calmar las críticas y mostrar una imagen de unidad familiar, aunque, como siempre, bajo sus propios términos.

Es evidente que Letizia es muy consciente de cómo se percibe su imagen y cómo se gestiona su relación con Felipe en el ojo público. Su aparente advertencia al rey antes de entrar en la iglesia es solo un ejemplo más de cómo ella maneja cuidadosamente cada aspecto de su papel dentro de la familia real española. Esta atención al detalle, combinada con su capacidad para controlar la narrativa, refuerza la percepción de que Letizia es una figura de gran influencia y poder dentro de la monarquía.

En resumen, la misa funeral de Juan Gómez-Acebo no solo fue un evento solemne, sino también un escenario en el que se pudo ver una vez más cómo Letizia Ortiz ejerce su influencia en los asuntos públicos de la familia real. Su capacidad para dirigir la atención mediática y su papel preponderante en las decisiones que afectan su imagen y la de Felipe VI refuerzan la idea de que, dentro de la pareja real, es ella quien tiene una notable capacidad de control sobre lo que se hace y se deja de hacer en público.