Katharine Hepburn es, sin duda, una de las actrices más icónicas del cine clásico de Hollywood. Su talento, belleza y espíritu independiente la convirtieron en una figura inigualable en la industria del cine. Sin embargo, detrás de esa imagen de perfección y éxito se esconde una historia mucho más compleja y, hasta cierto punto, trágica. Durante décadas, Hepburn mantuvo una relación amorosa secreta con Spencer Tracy, una historia de amor marcada por la culpa, los sacrificios y el oscuro secreto que ella mantuvo oculto, llegando a gastar cinco millones de dólares para encubrir su vida privada.

Nacida en Hartford, Connecticut, en 1907, Katharine Hepburn creció en un ambiente poco convencional para la época. Su padre era un cirujano de renombre, mientras que su madre era una sufragista y activista progresista que luchaba por los derechos reproductivos de las mujeres. Desde una edad temprana, Hepburn se destacó por desafiar las normas sociales. Durante un verano, decidió cortarse el cabello corto y pidió que la llamaran “Jimmy”, una clara señal de su espíritu rebelde.

 

Tras graduarse de Bryn Mawr College, Hepburn comenzó su carrera en el teatro, ganando rápidamente reconocimiento por su talento y carisma. Fue su primer marido, Ludlow Ogden Smith, quien le brindó apoyo inicial en su carrera, pero la relación entre ambos se enfrió rápidamente, en parte debido a las ambiciones de Hepburn y su enfoque en su trabajo. Se divorció de él poco después de ganar su primer Óscar y, en una confesión posterior, Hepburn admitió haber sido “una auténtica cerda” con Smith, dejando claro que su dedicación profesional estaba por encima de su vida personal.

Spencer Tracy, por su parte, también era una figura compleja y multifacética. Nacido en Milwaukee en 1900, Tracy creció en una familia católica y, desde joven, se destacó por su carisma y talento actoral. A pesar de su éxito profesional, su vida personal estaba marcada por una profunda tormenta emocional. Se casó con la actriz Louise Treadwell en 1923 y, un año después, nació su hijo John, quien fue diagnosticado con sordera poco después de su primer cumpleaños. Este hecho devastó a Tracy, quien, debido a su fuerte fe católica, creía que el nacimiento de su hijo sordo era un castigo divino por sus propios pecados. A partir de ese momento, comenzó a distanciarse emocionalmente de su familia.

A pesar de que Tracy y su esposa nunca se divorciaron formalmente, vivieron vidas separadas. Tracy tenía numerosas aventuras amorosas con actrices de Hollywood, como Loretta Young, Joan Crawford e Ingrid Bergman. Sin embargo, fue Katharine Hepburn quien dejó una huella imborrable en su vida.

El destino reunió a Hepburn y Tracy en el set de “Mujer del año” en 1942, cuando ella tenía 34 años y él 41. La relación entre ambos comenzó de manera cautelosa, pero pronto se desarrolló en una intensa atracción que, aunque profunda, también estuvo plagada de dificultades. A lo largo de las décadas, Hepburn y Tracy protagonizaron nueve películas juntos, y su química en pantalla era innegable. Sin embargo, su relación fuera de las cámaras fue mucho más complicada.

 

Desde el principio, ambos sabían que su romance debía mantenerse en secreto. Tracy, devoto católico, nunca se divorció de su esposa debido a sus creencias religiosas, aunque vivía separado de ella. Hepburn, por su parte, aceptó las reglas del juego, y durante más de 26 años, mantuvieron su relación en la sombra, con la ayuda de los estudios de Hollywood, que también tenían interés en que el asunto no se hiciera público para evitar cualquier escándalo.

La relación entre Hepburn y Tracy fue un reflejo de las batallas internas de ambos. Tracy, además de lidiar con su culpa religiosa, sufría de alcoholismo, depresión, ansiedad e insomnio. Hepburn, profundamente enamorada de él, hizo todo lo posible para apoyarlo y cuidarlo, sacrificando su propia carrera y bienestar personal en el proceso.

En los años 60, cuando la salud de Tracy comenzó a deteriorarse gravemente, Hepburn hizo una pausa en su carrera y prácticamente dejó de trabajar para cuidar de él. A pesar de todo lo que hacía por él, Tracy continuaba siendo una figura volátil, con episodios de ira y depresión que afectaban profundamente a ambos. Hepburn, sin embargo, nunca se quejó ni lo abandonó. Al contrario, sentía que su único propósito era hacerle la vida más llevadera y feliz.

A lo largo de su vida, Hepburn mantuvo un secreto que solo fue revelado después de su muerte. Aunque siempre fue vista como una mujer independiente y fuerte, su relación con Tracy era una manifestación de su deseo de encontrar seguridad emocional en una vida marcada por el sacrificio. Sin embargo, detrás de su devoción por Tracy, también había un secreto sexual que la actriz decidió ocultar a toda costa.

 

Se rumorea que Hepburn, a lo largo de su vida, tuvo relaciones con mujeres, y aunque nunca lo confirmó públicamente, hay indicios de que su orientación sexual era más fluida de lo que el público sabía. A pesar de estos rumores, Hepburn siempre proyectó una imagen de una mujer heteronormativa, en parte debido a la presión de la sociedad de la época y al entorno conservador de Hollywood.

Para evitar que este secreto se hiciera público y afectara su reputación, Hepburn invirtió grandes sumas de dinero en silenciar cualquier información sobre su vida privada. Se estima que gastó cinco millones de dólares a lo largo de su vida para asegurarse de que su orientación sexual no se convirtiera en tema de conversación pública.

Hepburn estuvo al lado de Tracy hasta su muerte en 1967, pero no asistió a su funeral por respeto a su familia, manteniendo la discreción que siempre caracterizó su relación. No fue hasta muchos años después, en 1983, tras la muerte de Louise Treadwell, la esposa de Tracy, que Hepburn habló públicamente sobre su relación con él.

En una entrevista, cuando se le preguntó por qué había permanecido al lado de Tracy durante tantos años sin que su relación pudiera ser oficial, Hepburn respondió de manera sincera: “No lo sé. Solo puedo decir que nunca podría haberlo dejado. Pasamos 27 años juntos en lo que para mí fue una felicidad absoluta”.

 

La historia de amor entre Katharine Hepburn y Spencer Tracy es una de las más complicadas y fascinantes de Hollywood. Es una historia marcada por el amor, la culpa, los sacrificios y los secretos. A pesar de las dificultades y de la imposibilidad de hacer pública su relación, Hepburn y Tracy encontraron en su vínculo una fuente de apoyo y consuelo.

El oscuro secreto de Hepburn, su sexualidad y su decisión de mantenerlo oculto, solo añade otra capa de complejidad a una de las figuras más icónicas de la historia del cine. Al final, Hepburn no solo será recordada por su talento en la pantalla, sino también por la fuerza y el sacrificio que mostró en su vida personal.