Incluso más de cuatro décadas después de su muerte, Ingrid Bergman sigue siendo una leyenda de Hollywood. La actriz sueca, conocida por su belleza, talento y elegancia, fue un ícono del cine internacional. Nacida en una familia humilde en Estocolmo el 29 de agosto de 1915, Ingrid logró lo que muy pocos actores extranjeros han conseguido: conquistar Hollywood y dejar una marca indeleble en la historia del cine. Sin embargo, a lo largo de su carrera, su vida personal estuvo envuelta en escándalos que sacudieron al público y los medios, poniendo su carrera en peligro en más de una ocasión.

Ingrid Bergman recibió el nombre de la princesa Ingrid de Suecia, un presagio de su destino para convertirse en una de las figuras más famosas del mundo. A pesar de sus humildes comienzos, su talento fue descubierto rápidamente. Comenzó su carrera como actriz en su Suecia natal, donde su apariencia y habilidades interpretativas la convirtieron en una estrella local. Su gran oportunidad llegó en 1938, cuando el productor de cine estadounidense David O. Selznick la invitó a protagonizar la versión en inglés de la película sueca Intermezzo.

 

Aunque Ingrid se mostraba insegura sobre su aceptación en el público estadounidense, pues era considerada “demasiado alta” para los estándares de Hollywood y su nombre sonaba demasiado alemán, su autenticidad y belleza natural la hicieron destacar. Ingrid se negó a cambiar su apariencia para adaptarse a los ideales de belleza de la época, y pronto conquistó al público con su carisma y talento.

Con su carrera en ascenso, Ingrid Bergman protagonizó algunas de las películas más icónicas de Hollywood, como Casablanca en 1942, donde actuó junto a Humphrey Bogart. Aunque Ingrid no consideraba Casablanca como una de sus mejores actuaciones, la película la catapultó a la fama mundial. El público la adoraba por su aparente inocencia, pero lo que muchos no sabían era que detrás de esa imagen, Ingrid vivía una vida personal marcada por relaciones amorosas complejas y escandalosas.

Uno de sus primeros romances más sonados fue con el productor David O. Selznick, aunque los detalles de su relación siguen siendo debatidos hasta el día de hoy. Se dice que su romance con Selznick ocurrió en 1938 o cuando regresó a Hollywood en 1940 con su familia. A pesar de esto, su química con otras coestrellas y directores la llevó a relaciones aún más intensas y, en muchos casos, a escándalos.

En 1945, mientras rodaba Por quién doblan las campanas con Gary Cooper, Ingrid confesó haberse enamorado de su coprotagonista, aunque ambos estaban casados. Sin embargo, su relación no prosperó más allá de la pantalla, y su romance se desvaneció abruptamente al finalizar la película. Gary Cooper expresó más tarde su sorpresa por cómo Ingrid lo dejó de lado sin más explicaciones.

 

Otro de los romances más comentados fue el que mantuvo con el director Alfred Hitchcock. Mientras filmaban Spellbound en 1945, Ingrid y Gregory Peck, su coprotagonista, tuvieron un breve, pero intenso romance. Años más tarde, Peck admitió en una entrevista que había tenido una relación amorosa con Ingrid durante el rodaje. Sin embargo, la relación terminó poco después de finalizar la película.

Uno de los romances más apasionados de Ingrid fue con el fotógrafo de guerra Robert Capa. Se conocieron en París en 1945, durante una cena en la que ambos se sintieron atraídos al instante. Su relación fue descrita como intensa y arriesgada, marcada por el contexto caótico del período de posguerra. Ingrid estaba angustiada por su matrimonio en decadencia y se dejó llevar por la aventura con Capa. Sin embargo, la relación fue breve, ya que Capa no estaba dispuesto a quedarse en el superficial mundo de Hollywood. La muerte de Capa en 1954, cuando pisó una mina terrestre en Vietnam, marcó el trágico fin de su historia de amor.

El mayor escándalo de la vida de Ingrid Bergman, y uno que casi destruye su carrera, fue su relación con el director italiano Roberto Rossellini. En 1949, Ingrid le escribió a Rossellini expresando su deseo de trabajar con él. Poco después, comenzaron a filmar juntos Stromboli. Durante el rodaje, la relación entre la actriz y el director se volvió romántica, a pesar de que ambos estaban casados en ese momento.

El escándalo estalló cuando Ingrid quedó embarazada de Rossellini antes de que finalizara su divorcio de su primer marido, Peter Lindström. El público estadounidense, que la había idolatrado por sus papeles de mujeres puras y piadosas, se sintió traicionado. En particular, su interpretación de Juana de Arco había hecho que muchos la vieran como una figura casi santa. El escándalo fue tratado duramente por la prensa conservadora, tanto en Suecia como en Estados Unidos, y la carrera de Bergman sufrió un duro golpe.

 

El senador estadounidense Edwin Johnson llegó a denunciar a Ingrid Bergman en el Senado de los Estados Unidos, calificándola de “poderosa influencia para el mal” y condenando lo que él llamó su estilo de vida libertino. La condena pública fue implacable, y durante gran parte de la década de 1950, Ingrid se exilió en Europa, donde continuó trabajando en películas, pero sin el brillo y el reconocimiento que había tenido en Hollywood.

A pesar del enorme impacto negativo que tuvo el escándalo en su carrera, Ingrid Bergman logró regresar a Hollywood y restaurar su reputación. En 1956, ganó su segundo Premio de la Academia por su papel en Anastasia. Su regreso fue visto como un triunfo personal, y muchos en la industria del cine la recibieron con los brazos abiertos. Aunque su vida personal siguió siendo objeto de escrutinio, Ingrid se mantuvo enfocada en su carrera y continuó trabajando en una serie de películas que demostraron su versatilidad y profundidad como actriz.

Aunque los escándalos continuaron persiguiéndola, Ingrid Bergman no dejó que las críticas afectaran su vida profesional. Se casó con Rossellini en 1950, y juntos tuvieron tres hijos, incluyendo a Isabella Rossellini, quien también se convertiría en una famosa actriz. Sin embargo, su matrimonio con Rossellini terminó en 1957, tras una serie de infidelidades por parte de él.

Ingrid Bergman se casó por tercera vez en 1958 con el productor sueco Lars Schmidt, y aunque se divorciaron en 1978, mantuvieron una buena relación hasta la muerte de Ingrid en 1982. Su vida estuvo marcada por la controversia, pero también por el coraje de una mujer que no se dejó intimidar por las normas sociales y que siguió su propio camino.

 

A pesar de los numerosos escándalos y las críticas que sufrió a lo largo de su vida, Ingrid Bergman sigue siendo una de las actrices más queridas y respetadas de la historia del cine. Su legado va más allá de su tumultuosa vida amorosa. Fue una actriz talentosa y comprometida con su arte, una mujer que rompió barreras y desafió las expectativas.

Su vida personal fue tan apasionante como sus papeles en la pantalla, llena de romances, traiciones, éxitos y fracasos. Pero, sobre todo, Ingrid Bergman será recordada como una de las grandes estrellas de Hollywood, cuya influencia sigue siendo palpable en la industria del cine hoy en día.